La veterana nadadora Hannah Caldas ha abandonado el deporte tras ser sancionada con cinco años de suspensión por negarse a someterse a una prueba de verificación de género que describió como invasiva y costosa.

La Federación Internacional de Natación (World Aquatics) ha suspendido a Caldas hasta 2030 y anulado sus resultados de los últimos tres años después de que se negara a someterse a una prueba genética para determinar su sexo biológico. La decisión del organismo rector ha reavivado un intenso debate sobre el derecho a la privacidad frente a la equidad en el deporte femenino.
Caldas, de 48 años, ganó su categoría de edad en los 100 metros femeninos del Campeonato Mundial Máster de Natación el año pasado. También se alzó con el primer puesto en las cinco pruebas individuales en las que participó en el Campeonato Nacional Máster de Natación de Primavera de Estados Unidos, demostrando su dominio en la competición de veteranas.
Sin embargo, su éxito atrajo la atención pública después de que se supo que Caldas compitió en la división masculina en eventos de la USMS entre 2002 y 2004. El cambio generó dudas sobre su elegibilidad para competir en categorías femeninas.
A principios de este año, una revisión del Servicio de Marines de Estados Unidos (USMS) concluyó que Caldas había presentado documentos que demostraban que se le asignó el sexo femenino al nacer y que se identifica como mujer. A pesar de esta conclusión del organismo rector estadounidense, la Federación Internacional de Natación (World Aquatics) exigió pruebas cromosómicas.
Caldas se negó a someterse a la prueba genética exigida por la federación internacional, alegando motivos económicos y de privacidad. Su negativa provocó la suspensión automática que, en la práctica, puso fin a su carrera como nadadora de competición.
Dijo que las pruebas cromosómicas son procedimientos invasivos y costosos, y añadió que su seguro se niega a cubrirlas porque no las considera médicamente necesarias. Los costes asociados a las pruebas genéticas pueden ascender a miles de libras.

Caldas destacó que ningún estado de EE. UU. exige pruebas genéticas para eventos deportivos recreativos y que incluso US Masters Swimming, el organismo rector nacional de la natación recreativa para adultos en Estados Unidos, no exige dichas pruebas para ninguno de sus eventos.
La nadadora se quedó a tan solo tres décimas de segundo de representar a Portugal en los Juegos Olímpicos de Londres 2012. También ha cosechado éxitos en otros deportes, ganando numerosos eventos mundiales de CrossFit e igualando el récord mundial femenino de remo en pista cubierta de 500 metros.
Sus logros deportivos en múltiples disciplinas demuestran una versatilidad excepcional y un espíritu competitivo. Sin embargo, la controversia en torno a la verificación de su género ha eclipsado sus logros deportivos.
Caldas reconoció que comprende y acepta las consecuencias de no cooperar con la investigación de World Aquatics. Sin embargo, justificó su negativa como una defensa de la privacidad médica basada en principios, más que como una admisión de inelegibilidad.
Declaró que si una suspensión de cinco años es el precio que debe pagar para proteger su información médica más íntima, entonces es un precio que está dispuesta a pagar por ella misma y por todas las demás mujeres que no quieren someterse a pruebas médicas altamente invasivas solo para nadar en una competición para adultos mayores.
Caldas reveló que ha competido en eventos oficiales durante más de 30 años y que está preparada para dejarlo todo. La decisión de abandonar la natación competitiva representa un sacrificio significativo para alguien que ha dedicado décadas a este deporte.
Afirmó que su vida y privacidad han sido invadidas lo suficiente y que es hora de priorizar su salud y seguridad personal. La declaración sugiere que la controversia ha tenido un impacto considerable en su bienestar, más allá de las implicaciones deportivas.

Este caso pone de relieve las complejas tensiones entre mantener la competencia justa en el deporte femenino y respetar la privacidad y la autonomía corporal de las atletas. Las pruebas de verificación de género tienen un historial controvertido en el atletismo, y los procedimientos anteriores han sido ampliamente condenados por ser humillantes y degradantes.
La Federación Internacional de Natación (World Aquatics) ha recibido críticas por imponer requisitos a los competidores máster, quienes participan principalmente por recreación y para mantenerse en forma, más que para competir al máximo nivel. Los críticos argumentan que el nivel de escrutinio aplicado a las pruebas para veteranos es desproporcionado en relación con lo que está en juego.
Quienes apoyan la verificación estricta del género argumentan que las ventajas biológicas persisten independientemente del nivel de competencia y que las categorías femeninas deben protegerse. Sostienen que la documentación por sí sola no es suficiente para garantizar una competencia justa.
El hecho de que Caldas haya competido anteriormente en divisiones masculinas ha alimentado las sospechas entre algunos observadores, aunque sus partidarios señalan que muchas mujeres cisgénero compiten en categorías mixtas o masculinas cuando no hay divisiones femeninas disponibles.
Su negativa a someterse a las pruebas, aunque se justifica como una cuestión de privacidad, ha sido interpretada por sus críticos como prueba de que tiene algo que ocultar. Sin embargo, otros argumentan que exigir procedimientos médicos invasivos como condición para participar en deportes recreativos sienta un precedente peligroso.
La anulación retroactiva de tres años de resultados representa una sanción significativa, más allá de la suspensión de cinco años. Los nadadores máster suelen competir durante décadas, dejando huella en sus respectivas categorías de edad y comunidades.

La decisión de Caldas de renunciar en lugar de acatar las normas pone fin a la disputa, aunque persisten las dudas sobre la idoneidad de las políticas de World Aquatics. Su caso podría influir en cómo otros organismos deportivos abordan la verificación de género en competiciones no profesionales.
La polémica surge en un contexto de intenso debate sobre la participación de personas transgénero en el deporte. Sin embargo, en ninguna declaración pública se indica que Caldas sea transgénero, lo que distingue este caso de dichos debates.
World Aquatics no se ha pronunciado públicamente sobre los detalles del caso de Caldas, alegando confidencialidad de los atletas. Las políticas de verificación de género de la organización se aplican globalmente a todas las competiciones bajo su jurisdicción.
